miércoles, 8 de abril de 2009

¿QUÉ CIUDAD QUEREMOS? (#4)

Problemas respiratorios

Los niños que se desplazan en coche se ven afectados por los elevadísimos índices de contaminación que se registran en el habitáculo, superiores a las concentraciones presentes en el aire ambiente, donde los contaminantes están diluidos en una masa de aire que no sólo es mucho mayor, sino que, además, se renueva más rápidamente que en el interior de un vehículo.

Estudios comparativos de la contaminación experimentada por adultos indican que los ciclistas y los peatones, aunque respiren un volumen de aire mayor debido al esfuerzo físico realizado si caminan o pedalean deprisa, inhalan en total menos contaminantes procedentes de los gases de escape y prácticamente no están expuestos a otras emisiones que se concentran en el habitáculo directamente desde el compartimiento del motor (y no del tubo de escape).
Además, el mejor estado general de salud de peatones y ciclistas les permite reaccionar mejor a los efectos de la contaminación.

El hecho de realizar cada día ejercicio físico, por ejemplo ir al cole en bici o andando, no puede tener más que ventajas para el número demasiado elevado de niños afectados por problemas respiratorios directamente vinculados a la contaminación atmosférica debida al tráfico de vehículos. El riesgo de enfermedades respiratorias ha aumentado alrededor de un 50 % entre los niños que viven cerca de arterias con tráfico muy denso (datos de OMS 2000). En 1996, en Francia, Austria y Suiza se registraron 300 000 casos de bronquitis y 160 000 crisis de asma adicionales entre niños de menos de 15 años por efecto únicamente de la contaminación de los transportes (datos de OMS). El dióxido de nitrógeno (NO2) aumenta la tos y la congestión en los niños, y el ozono (O3) reduce la capacidad pulmonar, muy especialmente en los jóvenes y, sobre todo, en los niños. Las partículas microscópicas reducen la capacidad pulmonar y son directamente responsables del aumento de afecciones respiratorias tales como la bronquitis y el asma.

Prácticamente el 20 % de los adolescentes padece asma, y un estudio británico pone de manifiesto que entre 1974 y 1986 su frecuencia prácticamente llegó a duplicarse. Entre 1971 y 1991 se triplicó el número de adultos británicos que consultaron a su médico por problemas de asma.

Niveles máximos de las concentraciones medias de contaminantes respirados en 1 hora por ciclistas y automovilistas a lo largo de un mismo trayecto y en el mismo momento.
Fuente: Van Wijnen, Verhoeff, Henk, Van Bruggen: «The exposure of cyclists, car drivers and pedestrians to traffic-related airpollutants», Int. Arch. Occup. Environ. Health 67, pp. 87-193 (1995).

Este estudio, al igual que otros muchos, pone de manifiesto que los automovilistas están expuestos a altas concentraciones de contaminantes. Incluso si se tiene en cuenta el esfuerzo (un ciclista respira un volumen medio 2,3 veces superior al que respira un automovilista), la comparación favorece al ciclista, sobre todo si se tiene en cuenta que el ejercicio físico aumenta su capacidad de resistencia a los efectos de la contaminación. Las cifras resultan aún más favorables para los peatones, que no circulan por la calzada (donde la contaminación es máxima) o caminan por calles con poco tráfico.

La ciudad, los niños y la movilidad
Comisión Europea, DG Medio Ambiente
2002
(Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica)

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